Ryu-fans!!!!!!!!!!

lunes, 12 de enero de 2015

~ Capítulo 2 ~

Al despertar la mañana siguiente, sentía la cabeza pesada, el cuerpo adolorido. En mis mejillas sentía el rastro de mis lágrimas ya secas hacía horas, y las piernas me pesaban como nunca antes. Me senté, limpiandome el rostro un poco con el dorso de la mano, y me quedé quieta. A mi mente llegaron los recuerdos de la noche pasada, uno tras otro sin piedad alguna, tan abruptamente como si hubieran esperado tras las puertas de la inconciencia para avalanzarse apenas se abrió.

La invasión al palacio, la preocupación de mis padres, los gritos, las explosiones, mi familia y yo escapando del palacio, los dragones negros sobrevolando e incendiando la ciudad y el palacio, mi padre cayendo ante sus contrincantes, mi madre yendose de entre mis brazos...

Me llevé las manos a la cabeza, agachando esta y cerrando los ojos con fuerza, al tiempo que renovadas lágrimas escapaban de estos y caían sobre mis rodillas.

-Papá...mamá...-sollozé, recordando sin evitarlo sus rostros, sus sonrisas, sus caricias. Y sin embargo al abrir los ojos y ver mis manos raspadas al caer al suelo la noche anterior mientras corría, la sangre de mi madre que manchaba mi ropa, y el no hallarme en mi hogar, eran más que prueba de lo que no deseaba admitr.

El mundo que me rodeaba se había derrumbado y mis padres ya no estaban aquí. Me encontraba sola, como el  agudo dolor en mi pecho me recalcaba.

Sola...

>La soledad, aún ahora, me asusta. Le temo. Temo quedarme sola, que aquellos que amo se desvanescan de mi lado. Será tal vez por eso que mis sentimientos se arraigan tanto a mis seres amados, tanto...y duele tanto el perderlos...<

Tras un rato, finalmente me puse en pié, apoyandome en el tronco de un árbol cercano. Las piernas me dolían de tanto correr sin descanso. Tenía hambre, tenía sed.

Caminé lentamente por el bosque. Ahora con luz de día no se me antojaba tan sombrío, aunque iba observando a mi alrededor temerosa por la aparicion de algun enemigo, o peor, uno de los dragones que había visto. Andube sin rumbo fijo un buen rato, hasta que a mis oidos llegó el rumor procedente del agua de algún río cercano. Con los labios secos por la sed, seguí el sonido hasta llegar a las orillas de un río de aguas tranquilas, no muy profundo.

Con rapidez, me hinqué en la orilla, sumergiendo casi de inmediato el rostro hasta abajo de la nariz, bebiendo a grandes sorbos hasta calmar mi sed. una vez hecho esto, procedí a lavarme el rostro, las manos, pero finalmente cedí a la tentación de darme un baño. Aproveché igualmente para pescar algo de comida, unos peces que nadaban río abajo, y lavar mis ropas.

Dejandolas secarse al sol, y oculto el morral con el dinero que me había dado mi madre en un agujero bajo un arbusto, me acosté a descansar bajo el calor del astro rey, tras adoptar mi forma dragón como precaución a cualquier curioso o viajero que se acercara.

Una vez vestida, caminé sin mirar a dónde sin importarme mi destino, rememorando lo pasado y dando un respingo al menor ruido similar al aleteo de los dragones o el sonido del jinete al cabalgar. De esta forma la noche me tomó por sorpresa, refugiada yo en una cueva al pie de una pequeña montaña.

Prendí una fogata con una sola y pequeña llamarada, y me recargé en la pared, abrazando mis rodillas con la frente apoyada en ellas.

Tenía miedo, mucho miedo. Miedo de mi futuro, miedo de ser encontrada, miedo incluso de que no fuera así. Y esque después de todo ¿qué podía hacer una niña, un cachorro de dragón, sola?

Me abrazé con más fuerza, cerrando los ojos.

-No estás sola

Alcé el rostro de inmediato, asustada y observando a mi alrededor, esperando ver un enemigo, un dragón, un humano, algo. Pero no, no había nadie.

-No temas, pequeña Ryu-me dí cuenta, con sorpresa, que la voz sonaba en mi mente, amable, tierna incluso.

-¿Quién eres? ¿dónde estás?-i quirí con voz baja, desconfiando aunque no por completo a pesar de lo peligroso que podía resultar no hacerlo.

-Un amigo...un guardián...un hermano si así lo deseas.

-¿Pero dónde estás? No puedo verte...solo...oigo tu voz en mi cabeza...¿qué es lo que sucede?-volteaba para todos lados sin observar silueta alguna que delatara la presencia de nadie.

-Tranquila, puedes confiar en mí. No te haré daño.

-¿Còmo puedo estar segura de eso?

-Porque se quien eres, lo que has sufrido, lo que sientes, porque estoy en tu interior. 

Entonces sentí como si algo se desprendiera de mi mente lentamente, algo que fluyera fuera de mía, algo que no era sólido ni líquido, ni siquera algo gaseoso. Era...una escencia, un rastro de algo más.

Ví emerger a mi lado una sombra, un vapor oscuro que fué adoptando una alta silueta, para una vez desaparecida esa niebla, dejar a la vista la imagen física de la voz de mi mente.

Era un joven, no tendría más de 20 años. Ojos color plata, cabellos en doble capa; la más corta hasta los hombros era de color negro intenso, la capa más larga, hasta media espalda, era de color gris. Era de piel muy clara, color crema. Unos largos cuernos rayados coronaban su cabeza. En su cuello se apreciaban inscripciones que no conocía, como un collar tatuado. Vestía un pantalón poco ceñido, botas de corto tacón, una camisa abierta de los cordones del cuello, un ancho cinturón y en este una espada afilada, usaba también muñequeras que cubrían desde cuatro dedos debajo del codo hasta la muñeca, una mascada larga al cuello. Todo era en tonos grices y negros, y sobre esto, usaba una larga capa, de capucha acampanada, negra también, aunque con el extremo inferior con la orilla como jirones, aunque le cubría hasta los talones y dos pies más larga, a pesar de ser alguien alto. 1.85 metros con facilidad.

Se hincó a mi lado, clavando una rodilla en tierra junto con el puño derecho, y agachó la cabeza.

-Un honor, joven princesa-su voz era identica a la de mi mente. Inequivocamente era el mismo ser, pero vuelto a un cuerpo físico-. Mi nombre es Maikan, y por ordenes de mi superior, me presento ante usted para mostrarle mis respetos, así como mi lealtad de aquí en adelante, y mi compañía a su lado hasta que usted así lo decida.

Lo miré, confundida, y sin embargo confié en él.

-Pero...¿quién es tu superior, quién te dió esas órdenes?

-Su padre-dijo tras una breve pausa-. Su padre me dejó en el interior de su consiencia, durmiendo bajo ordenes de despertar ante la ausencia de él y su esposa. Mis órdenes son protegerla, educarla y ayudarla a sobrevivir a costa de lo que sea.

Una punzada de dolor me hirió el pecho.

Así que mi padre sabía o preveía que siendo yo joven podría perderlos, y sin decirme nada lo oculto en lo más profundo de mis pensamientos. Maikan era el único rastro de familia, a pesar de no ser por línea de sangre, que quedaba de mis padres...de todo.

Unas lágrimas silenciosas escaparon de mis ojos, rodando por mis mejillas hasta caer al suelo.

-Gracias...-logré articular. Me acerqué a él con lentitud y lo abrazé.

Alzó la cabeza. Sentí como me abrazaba, consolandome en silencio.

-Lamento lo de sus padres, majestad-había autentico sentimiento en su voz. A pesar de estar sometido por órdenes al parecer inquebrantables, tenía sentimientos, tenía un corazón.

-Por favor...no me llames de esa forma...no me hables de "usted". Solo quiero ser Ryu...-pedí.

-Como gustes.

En eso sentí el sueño y el cansancio acumulado, aunado a la aparición de Maikan, cerrarme los ojos y volver pesado mi cuerpo.

-¿Maikan?

-Dime.

-No te vayas...-susurré.

-Estaré aquí mientras así lo desees.

-Gracias...

Y cerrando los ojos, caí en la dulce inconciencia del sueño una vez más.






~*~Continuará~*~

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